
05 Dec Carta oberta sobre la importància de la gestió cultural
Hace casi exactamente un año era cesado José Luis Pérez Pont de su puesto como gerente del Centre del Carme CCCC, interrumpiendo así la travesía de una embarcación que navegaba a buen ritmo, habiéndose posicionado en pocos años como referente de centro cultural tanto dentro como fuera del territorio español. Esta trayectoria se vio interrumpida abruptamente, llevándose por delante la vida cultural “de proximidad” de miles de ciudadanos y ciudadanas valencianas y, lo que es igual de indignante, proyectos en curso tanto de producción artística como de comisariado en los que ya se había invertido tiempo y dinero y que, tristemente, parece cada vez más difícil que vean finalmente la luz. Un buen número de artistas, curadoras, productores y gestoras han quedado paralizados, sin saber si pueden seguir adelante con los trabajos que estaban preparando para responder a las numerosas convocatorias -¡qué tiempos aquellos!- que el Consorci de Museus lanzó hasta noviembre de 2023.
Tal y como han recogido algunos artículos de prensa en los últimos días, hay un hecho de una profunda gravedad y es que, una vez agotada la previsión de actividades para el presente año, ejecutada solo en parte, en estos momentos se acusa un escandaloso vacío en la programación del CCCC.
En Gestió Cultural, la Asociación Valenciana de Profesionales de la Cultura, nos preguntamos si la razón de esta parálisis es quizás que el Centro del Carmen no tenga al frente a un profesional de la gestión cultural y que su dirección artística esté descabezada actualmente, aunque esté cubierta “en funciones” por dos personas pertenecientes al equipo anterior. De igual forma, hace dos años que se congelaron las compras de arte contemporáneo para la colección de la Generalitat Valenciana, lo cual contribuye al empobrecimiento de un sector ya de por sí bastante precario, debido, es nuestro convencimiento, a la falta de políticas culturales confeccionadas y conducidas por auténticos profesionales de la cultura.
Pero el CCCC no es el único ejemplo al que podemos recurrir si queremos hablar de la falta de valoración de la profesión de gestor o gestora cultural, del intrusismo existente y de cómo ello tiene consecuencias directas en el funcionamiento de las instituciones culturales de nuestro territorio y en el acceso – o mejor dicho, la falta de este- de la ciudadanía a la cultura.
En ocasiones la razón de no ocupar los cargos vacantes con profesionales se debe simplemente a la no renovación de contratos a personas probadamente valiosas, como es el caso de Juanma Artigot al frente del TEM durante los últimos cuatro años. La fórmula elegida, a cambio, no suele atender a la protección del perfil de gestión cultural y a la diversidad que este implica, primando, sin exigir proyecto, el nombramiento de miembros de personal funcionario que no siempre tienen el conocimiento suficiente del sector cultural en su conjunto para poder confeccionar programaciones con fundamento que no sean fruto de ocurrencias aisladas o amiguismos varios.
Los ceses y las dimisiones se han sucedido en cascada y lo bien cierto es que los museos, teatros y otras instituciones culturales públicas de la Comunitat Valenciana, están descabezadas o sus responsables han sido sustituidos con un criterio cuestionable. La lista es larga: el IVAM, el EACC, el mencionado Centre del Carme, las subdirecciones de música y audiovisual del IVC, el Museu de Belles Arts de Castellón…
El estado de inmovilidad y la falta de frescura y de alegría en el panorama cultural valenciano son palpables. Y para paliar esta situación es urgente que los cargos directivos en cultura sean ocupados por profesionales que estén capacitados para ofrecer a la ciudadanía una programación cultural diversa y de calidad, que contemple todos los aspectos de una realidad tan rica como la contemporánea.
En la Comunitat Valenciana todavía no disponemos de una Ley de Derechos Culturales, como sí en Navarra o Islas Canarias, pero, mientras esta llega, estamos igualmente en nuestro derecho de exigir a nuestro gobierno autonómico, que es quien tiene competencias en la materia, el acceso a una cultura conducida por gestores y gestoras culturales profesionales. Esta es nuestra reivindicación.